Texto: Eduardo Varas C.
11 millones de oyentes por cada episodio, en promedio. Joe Rogan tiene los números que muchos quisieran tener y eso, en este momento, es poder. También posee una representatividad fuerte para quienes asumen que su “The Joe Rogan Experience” es ese espacio en el que se combate lo políticamente correcto y se dice lo que en medios más fuertes se ignora, por conveniencia, miedo e interés.
Y si bien las críticas a lo que él hace en su podcast —con programas que pueden llegar a tener más de cuatro horas de duración— no son nada nuevas, algo cambió en las últimas semanas. Todo por una carta.
Sí, la carta abierta que el músico Neil Young publicó en su página web el pasado lunes 24 de enero y que luego borró —aunque ya había dado la vuelta al mundo— hizo lo que debía hacer.
“Quiero hacerle saber a Spotify, de inmediato, que quiero que toda mi música esté fuera de su plataforma. Pueden tener a Rogan o a Young. No a los dos”, decía el texto. Young continuaba: “Lo hago porque Spotify está esparciendo información falsa sobre las vacunas, que potencialmente causará la muerte a quienes creen en esta desinformación esparcida por ellos”.
Para el miércoles 26, Spotify respondió y se decidió por Rogan, con quien había firmado un contrato de distribución en mayo de 2020, por un valor aproximado de 100 millones de dólares. Desde ese día empezaron a darle de baja a las canciones de Young.
Lo de Young resonó más que la carta abierta enviada por un grupo de 270 científicos y profesionales de la medicina a inicios de enero. En ella le pedían a Spotify que estableciera una política ante la transmisión de datos falsos y desinformación. Esto luego de que Joe Rogan entrevistara al doctor Robert Malone, quien se hace llamar el “inventor de las vacunas mRNA”, cuando en realidad su investigación, así como la de otros investigadores, fue decisiva para avanzar por el camino de este tipo de vacuna, primordial para enfrentarse a la Covid-19.
Hay que ser más precisos: Malone es la figura científica central para que antivacunas y escépticos de la vacunación contra el coronavirus tengan a alguien como fuente. Pero no es el inventor de las vacunas mRNA. A fines de la década de los 80, como estudiante del Salk Institute for Biological Studies, en San Diego, inyectó DNA y RNA en células de ratones. Eso fue la base para una serie de textos y estudios académicos que él desarrolló con otros colegas y los que se aseguraba que estas acciones podrían proveer de una novedosa aproximación para el desarrollo de vacunas. Algo más de 30 años después, el mundo lo está experimentando.
Robert Malone sigue en su cruzada de condenar la vacunación y hasta Twitter decidió cerrarle su cuenta por violar la política interna de desinformación ante el coronavirus. Pero Rogen no es Twitter. Quizás tenga más fuerza. Porque el programa que salió el 31 de diciembre, trajo mucha atención.
Malone aseguró que el uso de vacunas responde a una especie de hipnosis masiva que ha obligado a un “tercio de la población” a vacunarse, gracias al trabajo de expertos como Anthony Fauci y los medios más importantes. El cierre fue perfecto: comparó esto con lo que hizo la Alemania Nazi persiguiendo a judíos.
YouTube dio de baja a este episodio, apenas fue subido. Los 270 expertos le pidieron a Spotify un mayor control.
La carta de un músico de 76 años era el empujón necesario.
Las luchas de Neil Young
No hay nada nuevo en esta batalla de Young versus Rogan versus Spotify. Y Young sabe que no se trata de ganar, se trata de exponer algo, de decirlo en voz alta.
Nacido en Toronto, Canadá, el 12 de noviembre de 1945, Young tuvo su primera experiencia de éxito en 1966 con la banda Buffalo Springfield, con la que compartió cartel con Stephen Stills. A fines de esa década empezó su carrera solista y le dio vida a su clásica banda, Crazy Horse. Luego de un paso por Crosby, Stills, Nash & Young, Neil se dedicó a una carrera solista impecable de más de 50 años, con clásicos como “After the gold rush” y “Harvest” —uno de los mejores discos que se han hecho— y sencillos como “Rockin’ in the Free World”.
Y el rock, como siempre se ha sabido, no se disocia del reclamo y de la protesta. Por eso, no hay novedad en esta carta de Young, quien en los últimos años se ha lanzado a batallar contra la industria de los alimentos genéticamente modificados y que en 2015 lanzó el excelente “The Mosanto Years”, disco que grabó con Lukas y Micah Nelson, hijos de Willie Nelson.
Años atrás, a fines de los 80, Young entró en una discusión directa con Mtv, sobre las decisiones de programación, para colocar videos musicales en rotación. Incluso envió un video que la cadena se rehusó a emitir. Y luego de mucha insistencia mediática y reclamo, Mtv empezó a pasar “This note’s for you” —tema en el que critica a colegas que prestaban su imagen y canciones para promocionar bebidas y otras marcas—. En 1989, ese video ganó el premio mayor de los Mtv Video Music Awards de entonces.
El mismo tipo que ha tenido que arreglar fuera de corte problemas con disqueras es el que ha originado algo que muchos ven como un ataque a la libertad de expresión. Otros, como una crítica necesaria para llamar la atención sobre los peligros detrás de la mala intención de algunas personas al propagar cosas que no son ciertas, especialmente sobre la ciencia, en plena pandemia.
Young abrió algo que no ha crecido de manera exponencial, ni pone en peligro a Spotify. Porque otros artistas han decidido que su música salga de este servicio de streaming, como Joni Mitchell, la banda Failure, los músicos Nils Lofgren, Stephen Stills, Graham Nash y David Crosby, así como la intérprete R&B India Arie…
Aunque ella lo hizo por una razón adicional.
La respuesta de Spotify
El 4 de febrero, a través de sus historias por Instagram, India Arie publicó un video en el que mostraba a Rogan diciendo 22 veces la palabra “nigger” —una forma despectiva de referirse a los afroamericanos en Estados Unidos— y reclamó que mientras Spotify paga 0,003 centavos de dólar a cada músico por reproducción de sus canciones, se contrata a Rogan por un valor de 100 millones, con un lenguaje de ese tipo.
“Él no debería ni siquiera insinuar la palabra. No la digas, bajo ningún contexto. No la digas”, reclamó la intérprete, vía Instagram.
La noche del viernes 5 de febrero, Spotify empezó a remover algunos de los programas de Rogan que estaban en su plataforma. El propio Rogan se lo pidió a la plataforma, por el uso del lenguaje inapropiado en eso espacios. En total fueron 150 episodios.
Entre los programas removidos están los que incluyen entrevistas a comediantes como Bill Burr, Tom Segura y Peter Holmes; así como a Maynard James Keenan, cantante de la banda Tool.
Esto tres días después de que Daniel Ek, el CEO de Spotify, defendiera la decisión de la compañía de mantener el podcast de Rogan, en un discurso ante sus empleados el 2 de febrero, tal como reportaron varios medios. En él aseguró que mantener el programa es necesario para seguir creciendo, aun cuando precisó no defender las perspectivas de Rogan: “Hay muchas cosas que Joe Rogan dice con las que disiento completamente y encuentro ofensivas”.
Pero bueno, esto es un negocio: “Si queremos siquiera una oportunidad para conseguir nuestras más atrevidas ambiciones, esto significará tener contenidos en Spotify que no nos haría sentir orgullosos de estar relacionados con ellos (…) No es que ‘todo vale’, pero hará ideas, opiniones y creencias con las estemos en contra, y que incluso nos enojen o nos pongan tristes”, les dijo Ek a sus empleados.
Hay que tomar en cuenta algo: Joe Rogan pidió disculpas por usar “nigger” en sus programas. Esto a través de un video en su cuenta de Instagram, en el que aparece diciendo:
“Es una palabra inusual y no debería usarla (…) Estoy muy consciente de eso ahora, pero durante años la usé. Y nunca he sido un racista porque no soy un racista. Pero, de cualquier manera, si estás en una situación en la que debes decir ‘no soy racista’, la has cagado y yo, claramente, la he cagado”.
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Esas acciones de Rogan
Joe Rogan viene de la comedia, del stand up, de las sitcoms, de la animación de programas concurso. No es una figura oscura de la televisión de Estados Unidos. En realidad, vendría a ser un personaje de un escalón secundario que, gracias a su facilidad de palabra, carisma y un estilo de entrevista que más parece conversación entre amigos, consiguió llegar al lugar en el que está.
Joe Rogan nació el 11 de agosto de 1967 en Newark, Nueva Jersey. Inició su carrera como comediante en Boston, en 1988. Seis años después se marchó a probar suerte en Los Ángeles y lo consiguió: entre 1995 y 1999 hizo de Joe Garelli en la serie “NewsRadio” —la última en la que participó Phil Hartman, antes de su asesinato, en 1998—. Luego se convirtió en comentarista y entrevistador para la UFC por cinco años y entre 2001 y 2006 fue el presentador del programa concurso “Fear Factor”.
En 2009 arrancó con su podcast, que con el tiempo se convirtió en “The Joe Rogan Experience”.
Con los años, este espacio se ha vuelto relevante, tal como lo explicó Justin Peters en una nota para Slate, en 2019:
«El podcast no es solo popular, se está convirtiendo en algo políticamente importante (…) El podcast de Rogan se ha convertido en un nodo importante en la “Intellectual Dark Web», una red flexible de escritores, académicos y oradores ‘liberales clásicos’, que afirman haber sido marginados por las élites progresistas que intentan mantener la ortodoxia identitaria. Estas personas arremeten contra la corrección política y las políticas de identidad en publicaciones como Quillette y en videos de YouTube y podcasts de otros. Afirman ser liberales —como Rogan— y en su mayoría afirman «ir a la izquierda en todo», incluso cuando profesan ideas reaccionarias. Toman el hecho de que sus teorías y opiniones son impopulares entre sus pares en la academia y en los medios como prueba de que son víctimas de represión».
Y así como Rogan ha entrevistado a cineastas, comediantes y músicos, ha tenido en su espacio a gente polémica como Gavin McInnes —el fundador de los ultraderechistas Proud Boys—, Jordan Peterson o Elon Musk. Todos en una dinámica que ha sido criticada muchas veces, como Justin Peters lo explicó hace casi tres años: “Bienvenido a The Joe Rogan Experience, uno de los podcasts más populares del mundo, donde las premisas inestables conducen inevitablemente a conclusiones arrolladoras, donde siempre hay tiempo para debates interminables alrededor de ideas realmente exasperantes, y donde lo peor que puedes hacer es no darle un hombre blanco una segunda oportunidad”.
Y estas ideas “realmente exasperantes” frente al coronavirus le están costando caro. Porque sí, en su programa se han dicho cosas que no son ciertas. Tal como lo mostró Aaron Blake en su nota para The Washington Post.
Aquí la lista de las imprecisiones que Rogan no solo permitió, sino que no corrigió:
- En junio de 2021, el biólogo Bret Weinstein apareció en el programa, hablando de la ivermectina como solución para la pandemia: “correctamente utilizada es capaz de llevar a este patógeno a la extinción”, dijo. Y claro, Weinstein se aferró a un estudio hecho público en julio del año pasado, pero rápidamente cuestionado por presentar errores en los datos presentados y más de una discrepancia.
- Robert Malone y la teoría de la hipnosis y cómo, desde la salida del programa, en diciembre de 2021, ha crecido la idea de que la gente se vacuna como consecuencia de una hipnosis masiva.
- El cardiólogo Peter McCullough se dio un festín con datos falsos o tergiversados de reportes sobre el coronavirus: que la pandemia fue creada para generar caos, sufrimiento y hospitalizaciones; que en un estudio en Australia hubo gente vacunada que se contagió de VIH —lo que fue definido como un falso positivo por la presencia de una proteína en las pruebas—; que el virus no se transmite a través de los enfermos asintomáticos, usando de ejemplo un estudio que en realidad dijo no encontrar suficiente información para asegurar que los asintomáticos contagian o no contagian, y que si te da una vez coronavirus, quedas inmunizado de forma permanente. Al menos en este último punto, Rogan sí reclamó la validez de la afirmación.
- En agosto de 2021, el propio Joe Rogan llegó a definir a las vacunas como “terapia de genes”: “Esto es realmente una terapia génica, es algo diferente (…) Es engañar a tu cuerpo para que produzca una proteína de punta para crear anticuerpos para la covid”, dijo. Y bueno, así no funciona. Las vacunas mRNA no cambian los genes de nadie, solo ayudan a que las células puedan reconocer a las proteínas de punta del coronavirus y así darle al organismo una oportunidad para defenderse.
El domingo 30 de enero pasado, el propio Rogan habló sobre esto a través de un video en su cuenta de Instagram. Aceptó lo que pasaba, peor defendió la posibilidad de hacerlo: “El problema que tengo con el término ‘desinformación’, hoy en día, es que muchas de las cosas que pensamos que eran desinformación un poco después han sido aceptadas como hechos”.
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Aquí el comediante tiene razón.
La pregunta es qué hacer en este caso. Hasta llegar a una respuesta, los videos de Rogan haciendo y diciendo lo que no es correctamente político siguen apareciendo. A veces, cuando se quiere reconocer y señalar el error, se buscar acabar con todo.