Texto y entrevista: Eduardo Varas C.
Roger Ycaza se mueve por varios frentes. En dos, para ser preciso. Por un lado están los libros, los que ilustra y los que escribe e ilustra. Un terreno en el que se ha desarrollado profesionalmente con mucho éxito, sobre todo en el campo de la literatura infantil y juvenil.
En mercados más allá del ecuatoriano.
Pero hay algo más. Porque sobre él hay una contundente etiqueta, que lo convierte en figura importante de la música independiente de Ecuador. Sí, una imagen que puede resultar opuesta a la del tipo de escritor que es; pero de la que no hay manera de escapar. Es difícil hablar de la música en Ecuador sin nombrar a Mamá Vudú. Y dentro de la banda, no se puede hablar de ella sin referirse a Roger Ycaza.
Y Roger Ycaza fue parte de Mamá Vudú hasta el pasado 20 de febrero, cuando se hizo pública su salida.
Él estuvo ahí 25 de los, hasta ahora, 29 años de historia de la banda. Y eso es toda una vida.
Es fácil suponer que para Roger Ycaza esta no fue una decisión sencilla. Pero que quede claro que había en él la necesidad de hacer algo distinto.
Entonces, ¿después de esto, qué? Hay mucho que Ycaza quiere hacer, mucho que ha estado haciendo y que se ha venido desarrollando en todo este tiempo de espera, provocado por el confinamiento por la pandemia.
Todo el material creado
En 2019, cuando regresó Mamá Vudú a escenarios, como consecuencia de lo que movió el documental «Estación Polar» que hizo David Holguín sobre la historia del grupo, la banda hizo varios planes. Llegó la pandemia y dejó todo en «veremos». Ese parón obligatorio permitió que Ycaza viera en la composición eso que se podía hacer mientras tanto. Mamá Vudú venía de un tiempo de hibernación considerable, de aproximadamente seis años, así que es posible que la pandemia permitiera que otras puertas se abrieran. Él no lo dice de esa manera, no tiene que decirlo, hay varias aristas que afloran cuando habla. No es que no quiera a Mamá Vudú: Roger Ycaza quiere hacer más.
Y más allá de los dos temas que lanzó como parte de Mamá Vudú el último año, Roger Ycaza continuó con el proyecto Frailejones, banda con la que ya había lanzado un disco en 2019: «Noches en vela y mareas de luz«. Y eso no fue todo.
Junto al resto de Frailejones —Álex Alvear, Fiorella Minotta y Andrés Caicedo— lanzó un impresionante cover del tema «La Noche», de Salvatore Adamo, en 2020. Y, como una experiencia nunca antes realizada, apareció un tema que, siguiendo las normas clásicas de las carreras solistas, salió bajo su nombre. Una especie de rareza, instrumental, que sirve como acompañamiento del libro «¿A dónde va ese tren?», de Rodrigo Morlesin. Ycaza encontró la posibilidad del score.
«No es una camisa de fuerza«, dice Ycaza cuando habla de las canciones. Están, existen. Algunas que pensó que calzarían en Mamá Vudú podrían trabajarse para Frailejones, dependiendo de la propuesta. Otras, que no se acoplan a nada, podrían ser parte de algún otro tipo de proyecto.
«¡No dejaré la música! ¡Es imposible! ¡Eso no pasará!», dice. Quizás encuentre una manera de trabajar la música que sea más íntima y solitaria. Pero será el tiempo quien lo consiga definir.
Hacerlo sin presiones
Roger Ycaza asegura que ha tomado decisiones como estas —la de Mamá Vudú— en varios momentos de su vida, pero que esta vez hay una diferencia.
Una que tiene que ver con la capacidad que él tiene para partir su proceso creativo: puede ser musical, sí; pero también puede entrar en historias, libros e ilustraciones. Esa diferencia que se refleja en la manera con la que concibe el estado en el que se encuentra: no hay presión, todo saldrá a su momento, cuando deba pasar. ¿Es eso crecer?
La división entre música e ilustrador/escritor tiene un componente que, al menos en Ecuador —y hasta por un tema generacional— suele permanecer en un segundo plano. Y es que hay una cantidad considerables de libros en los que Ycaza ha participado como ilustrador y otros que él mismo conceptualizó, escribió y dibujó. Roger Ycaza es un nombre que tiene su reconocimiento en el mercado editorial, sobre todo en el especializado en literatura infantil y juvenil.
La última de estas publicaciones es «Clic», que se presentó recientemente en Ecuador. Una aventura —un viaje— que involucra a un padre, una hija y un gato amarillo, quienes de estar en un selva terminan en el espacio exterior. Hay algo íntimo en «Clic», un sentido de integralidad, que cercanía. «Clic» está dedicado a su hija.
Este mundo de los libros es una especialización más, que no se contrapone a su lado musical. En realidad, se mezclan. «Se trata de dar lo mejor de mí en ambos campos, de no ir a medias», comenta. Actualmente se encuentra trabajando, desde el año pasado, en una trilogía de libros para lectores muy pequeños —»Desde cero años en adelante», dice—, que saldrán con la editorial Lecturita, de Argentina.
Y sigue, no se detiene. Se trata de lanzar ideas para futuros libros, que lleguen a buen puerto, como él lo explica. ¿Cómo es esa división entre música y libros en él? ¿Cómo se produce? Aquí la explica:
Las varias disciplinas
Es un tema de lenguajes. De reconocer que hay historias que pueden aparecer en formato canción, o como libro o ilustración. Esa especie de totalidad se enfrenta a algo muy concreto en él: asumir que deben existir elementos bien definidos para que esa historia se convierta en canción o en publicación.
«Trato de tener presente esto de contar —dice Ycaza — y en ese camino ver de qué elementos agarrarme para que esto salga a flote».
Estos elementos pueden ser un conflicto en una historia, por ejemplo; o un cambio de beat o de clave, si se habla de una canción. Es una especie de terreno en el que todo se filtra y en ese acto se produce la experiencia creativa de quien se mueve por varias disciplinas.
¿Podría hacer algo más aparte de estos dos grandes campos artísticos en los que se expresa profesionalmente? Es posible, pero él intenta una respuesta que condiciona esa posibilidad.
¿Qué hay que hacer ahora con este Roger Ycaza con todo sobre la mesa, luego de Mamá Vudú? Pues solo dejar que el tiempo pase y tener paciencia para que él muestre, en público, el resultado de este nuevo momento. Quizás en esa espera calma esté también la posibilidad de convertirse en los oyentes y lectores precisos de uno de los artistas más completos de la escena ecuatoriana.