Abril se llama la mujer que está en escena y está en su tercera noche sin dormir. El insomnio como punto de arranque para tratar de hacer memoria y, de una vez por todas, encontrar a la persona culpable de que la vida de Abril esté en ese estado. Es un gesto tan natural y humano hacerlo. Nunca es uno, siempre es el otro.
“Abril y su sombra” se centra en el ejercicio de reconocerse y de aceptar responsabilidades. No se trata de una moraleja o lección, se trata de una experiencia necesaria, justo cuando una buena parte de la humanidad está hablando sobre la importancia de una buena salud mental, sobre todo en medio de una pandemia.
Y sí, es inevitable hablar de pandemia y de ansiedad.
Esta obra fue trabajada por Alejandra Corman, la actriz ecuatoriana que vive en México desde 2020, de una manera atípica. Es más, se podría decir que tuvo fecha de estreno y el texto todavía no estaba terminado. Eso significó un trabajo intenso de cuatro meses, entre México y Ecuador, para darle forma a una idea que tenía años en su cabeza —la de hacer un monólogo— y que con el tiempo fue mutando hasta esta expresión: una mujer en el escenario, luchando por respuestas para entender decisiones, acciones, omisiones, miedos, ansiedades y alegrías, amores y rupturas. Todo en 60 minutos.
En octubre de 2021 y con 10 páginas avanzadas, Alejandra tuvo las fechas confirmadas. Empezó un trabajo que también tuvo mucho de experiencia colaborativa, ya que con ayuda de productores y “script doctors” —personas que ayudan a afinar los textos dramáticos— fue dándole forma al texto final. Es como si esta puesta en escena estuviera destinada a ser, a vivirse en un teatro en Quito. “Es lo primero largo que escribo y mi primer monólogo”, dice Corman, quien también ha escrito 10 piezas de microteatro que han sido representadas.
Para ella, involucrar a otras personas fue la manera de permitirle una disciplina que la ayudó a terminarla.
La exigencia fue dura y le permitió, a una obra que tiene mucho de sus experiencias y sensaciones, alejarse de ella y ser exactamente lo que es: una pieza de teatro. “Todo empezó a tener forma cuando llegó Gabriela Ruiz, la codirectora. Nos pusimos a revistar el texto, releerlo, replantearlo, a ensayarlo”.
La necesidad de gritar
¿Puede el arte ser una válvula de escape? No puede, lo es. “Llegué a un punto de mi vida en que necesitaba gritar lo que me pasaba”, confiesa la dramaturga. Quien no solo lo grita en letras, también lo hace con su representación, lo que es un esfuerzo adicional. Abril no es Alejandra, desde luego. Porque el trabajo no fue solo sacarse lo que tenía adentro, sino formar un personaje que tuviera esa misma necesidad de gritar al mundo. “Necesité decirlo tantas veces que dejó de ser mi vida y se convirtió en una obra”, asegura Corman.
Lo de Abril es un viaje, de esos que se producen internamente, pero que en la exposición ante un público, va a desentrañar muchas más cosas. Porque es un recorrido con el que todos podemos sentir empatía. Al final del día se trata de encontrar esos espacios en los cuales reconocernos y saber que no somos los únicos pasando por algo parecido. “Esta obra me salvó la vida”, dice la dramaturga y directora, y eso no es algo que suene ligero.
Este 24, 25 y 26 de febrero continuarán las funciones en la Asociación Humboldt. La próxima semana, el 4 y el 5 de marzo, también se realizarán funciones. El jueves y viernes a las 20:00 y los sábados a las 18:00. Las entradas tienen un costo de $12 y se pueden conseguir a través de la plataforma www.passsline.com.