Texto y videos: Juan Fernando García
Ecuador ha sido la cuna de varios autores, que a través de sus plumas han creado obras representativas para el arte escrito latinoamericano y mundial. A pesar de la relevancia conseguida por nuestros representantes, el nivel lector de la población y la situación de los libros en general son temas que siguen preocupando.
De acuerdo con el índice de puntuación de la cultura mundial, los países líderes en lectura pertenecen al continente asiático. India es la nación que encabeza dicho listado, ya que en promedio su población invierte casi 11 horas semanalmente en devorar libros.
América Latina tiene algunos representantes dentro del top 30 de este mismo índice. Por ejemplo, en Venezuela o en Argentina los lectores dedican más de seis horas a la semana a consumir contenido literario. El caso de Ecuador es distinto, resulta alarmante el solo hecho de que los últimos datos estadísticos ofrecido por el INEC sobre este tema son del 2012.
El estudio del INEC revela que un 73,5% de encuestados se perciben a sí mismos como lectores. No obstante, esta cifra no es concluyente del todo pues el análisis solo tomó en cuenta a cinco ciudades grandes del Ecuador. Los resultados de este estudio también mostraron que el 50,3% de los ecuatorianos leen de 1 a 2 horas a la semana.
Para 2017, es Estado da vida al Plan Nacional del Libro y la Lectura ‘José de la Cuadra., En este proyecto se implementan planes como la creación de la carrera de bibliotecología o la red nacional de bibliotecas. Ambas fueron ofertas cumplidas con éxito, lamentablemente el Plan tenía fecha de caducidad y dejó de funcionar el 31 de diciembre de 2021. Sobre esta problemática Oswaldo Almeida, presidente de la Cámara Ecuatoriana del Libro, comparte su intranquilidad “Es una pena que el Ecuador no cuente hoy por hoy con un plan nacional del libro. Es el único país en Latinoamérica que no cuenta con un plan de lectura”.
Y llegó la pandemia…
La llegada del coronavirus fue una situación desastrosa en el ámbito cultural. Este fuerte golpe económico puede ser palpable en el sector editorial del país, con el cierre parcial o permanente de varias librerías. 2021 fue un año levemente mejor para la producción literaria del país, pero los dos años pandémicos han sido, de hecho, el periodo con el menor número de copias de libros registrados en la última década.
¿Cómo es la publicación de una obra dentro de este contexto? Matías Dávila plasma sus ideas en el papel desde los 6 años. Su reto personal siempre ha sido crear un libro y a los 18 años nace en él la duda sobre el proceso de publicación. Recién ahora, a inicios de 2022, decide recopilar sus columnas de opinión preferidas en su libro «Él cuenta cuentos». Por lo poco comercial de sus escritos basó enteramente su proceso en la autogestión. Refiriéndose a instituciones gubernamentales enfocadas a la cultura, Matías recuerda las escasas ayudas que reciben los escritores diciendo “la educación y la cultura en el país son desatendidos a niveles peligrosos”.
Sandra Araya es representante de un sello independiente. Inconforme por las limitantes de las grandes empresas del libro, funda en 2011 ‘Doble rostro’. Desde su percepción personal en Ecuador los lectores son bastante cómodos, pues solo aceptan la oferta de las grandes cadenas editoriales y no toman en cuenta al sector independiente. Si bien la lectura es un hábito que nace desde casa, para Sandra esta apatía ocurre por la falta de interés que generan los maestros en los estudiantes, con su acercamiento a obras poco atractivas. A pesar del fuerte impacto económico del Covid-19, ella considera que en los últimos años ha existido un ‘boom’ de editoriales autónomas. Ella define a este fenómeno como ‘Bilbliodiversidad’, es decir propuestas estéticas ajenas al contenido académico o comercial.
El avance de la tecnología trae innovación incluso a actividades tan invariables como la lectura. Ahora existen alternativas más amigables para aproximarse a los libros, ya sea por medio de lectura digital, audiolibros o bibliotecas en línea que ofertan cuantiosas cantidades de títulos de forma gratuita. Este hecho no pasó desapercibido para Santiago Vizcaíno, director del Centro de Publicaciones de la Universidad Católica. En primer lugar, reconoce a la falta de tiempo como el principal enemigo de la lectura, así que encuentra en los nuevos formatos una solución viable para atraer a una nueva generación de lectores. Santiago menciona que “La labor del editor finalmente no queda en publicar el libro y embodegarlo”. Es por este motivo que la Universidad Católica ha decidido liberar sus contenidos en internet para generar interés entre la población.
La situación del libro y la lectura en Ecuador se enfrenta a dos titánicos problemas: por una parte, la prácticamente nula costumbre de leer. Por otra, la falta de acción e interés desde entidades culturales y autoridades en general. Sin embargo, por el lado positivo, la producción nacional atraviesa un buen momento y los formatos nuevos atraen al mundo literario a chicos y jóvenes. Por lo que queda en evidencia que en Ecuador no hacen falta libros, hace falta pasión por el mundo literario.