Texto: Jéssica Zambrano Alvarado
Por dos semanas el Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo (MAAC), estuvo clausurado. Sí, el Museo que alberga la colección de arte antropológica y contemporánea más grande, y que recibe a casi la mitad de visitantes a museos de todo el país, fue clausurado por un informe de la Dirección de Justicia y Vigilancia del Municipio de Guayaquil bajo el concepto “paralización de obra”.
Las letras conmemorativas que se levantan anunciando el nombre de cada recinto en las ciudades del Ecuador, en el MAAC son azules y están frente al mural del artista Manuel Rendón Seminario.
En un gesto performático, las letras que anuncian el nombre y la frontera que se inicia en este espacio, fueron intervenidas por agentes municipales, como un atentado, para recordarle a la ciudad que el Museo estaba cerrado, que desde esta zona del Malecón 2.000 hay una frontera entre lo que plantea la autoridad municipal y lo que no promulga ni le interesa.
Después de un reportaje de Diario Expreso sobre el deterioro de distintos espacios del Malecón 2000, la autoridad municipal tomó medidas: arremetió contra el MAAC, un ente regulado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio, que le debe a Fundación Malecón 2000, un ente privado que funge de administrador de los espacios públicos de la ciudad, $ 250.000 por el valor de alícuotas, según esta nota de Diario El Universo.
Una historia de siempre
Esta no es la primera vez que el Ministerio de Cultura no ha pagado las alícuotas del MAAC. Hace cuatro años, la deuda se había acumulado y las acciones contra la institución se manifestaron con la ausencia de seguridad privada en la zona y una rejilla que lleva como advertencia para quienes caminan: “hasta este límite, el mantenimiento está bajo responsabilidad de Fundación Malecón 2000, el mantenimiento del edificio del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) es responsabilidad exclusiva del Ministerio de Cultura”.
En el MAAC comienza una frontera. Sí, a lo largo del Malecón 2000 es posible encontrarse con la conservación del tren de Alfaro, que está desde hace tiempo en mantenimiento; la concesión de los jardines del Malecón a empresas que organizan encuentros de diversión temáticos e impiden el tránsito a una de las áreas verdes más notables del lugar; la noria, que después de presentarse como un proyecto emblemático para la ciudad, se encuentra casi deshabitada; el parque de diversiones Safari Xtreme y más allá, entre el Museo y el Río, como una nueva frontera en medio de la corriente, una columna que se interpone a la punta de esta balsa que es el MAAC y que, durante su construcción, la hizo temblar y evacuar a los trabajadores del lugar porque nadie había prevenido el montaje.
En 2019, un año antes de que el Municipio de Guayaquil inaugurara el sistema de transporte aerosuspendido, era evidente que su implementación transformó el paisaje patrimonial de la ciudad: la perspectiva libre hacia los cerros; pero también antepuso su maquinaria, a la que sus encargados llamaron “futurista”, a los principales hitos culturales de Guayaquil: el MAAC, la Casa de la Cultura, el Cementerio de Extranjeros, el Parque Centenario.
El cambio había sido advertido. El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), en su zonal 5, constató en reuniones de trabajo con funcionarios municipales y técnicos del consorcio, las posibles afectaciones al entorno de la Casa de la Cultura, el impacto visual sobre el mural y al edificio mismo, e incluso al trazado de la calle Nueve de Octubre y a las cuencas visuales del monumento de la Columna de los Próceres. Sin embargo (el consorcio) solo informaba que los edificios en sí no serían afectados, según relata un informe del INPC.
Pero más allá de la afectación, hay una compensación para estos espacios que no ha llegado y evidencia que para la gestión municipal los procesos de culturales no dan votos, que es mejor mantenerlos como afiches que se cuelgan en las paredes –y hasta pisos de la ciudad—. Pero esto hasta que se dañen, porque su interacción con un público que busca cultura no es legítima y entonces, otra vez, hacer tachón y cuenta nueva.
Una ciudad y su propuesta cultural
En su último período, la Alcaldía de Guayaquil ha presentado como propuestas culturales una inversión en arte urbano por $ 5,4 millones de dólares. La propuesta consistía en pintar las paredes de la ciudad con frases de autores que no están vivos para protestar por sus derechos y otros que sí lo están y ni siquiera fueron advertidos.
La Alcaldía de Guayaquil plantea obras como las manos entrelazadas que reciben a los visitantes de la ciudad y que le costaron $ 720.000 en un montaje mal hecho y deforme; o las propuestas de la aerogalería que intentan borrar un territorio desigual desde la aerovía.
Las grandes inversiones en cultura de la Alcaldía no son procesos. Son adornos y entonces sí, es posible cuestionarse que aunque el MAAC no sea competencia de la Alcaldía, haya grandes inversiones que se cuelgan y que no existan reparos para clausurar un lugar que podría tener una gestión articulada, –más allá de las responsabilidades del Ministerio de Cultura y Patrimonio y los detractores de que su ejecución no sea tal como el proyecto inicial– para desarrollar procesos culturales en la ciudad.
Se levantó la clausura y el MAAC abrió sus puertas el jueves 16 de junio, porque la obra debe continuar, pero ya nos dimos cuenta, que el MAAC y la cultura como proceso e integración, es una frontera.