Texto: Eduardo Varas C.
Son las mujeres amazónicas, las que están organizadas, que marchan a Quito, a pie, desde la Amazonía. Las que luchan en contra de la actividad extractivista petrolera y minera en los lugares donde viven. Ellas, que representan a los suyos, que están unidas, que siguen en batalla. Están presentes, en primer plano en el libro de crónicas «Caminar como mujeres amazónicas», la última publicación de Gabriela Ruiz Agila.
Y así como es un libro sobre ellas, sobre sus luchas y recorridos, es un libro también sobre las emociones que surgen, las relaciones que se establecen, los mecanismos internos. Este es un libro que no quiere hacer que desde la ciudad miremos un mundo exótico que se niega a una idea de «progreso». Quiere todo lo contrario, que el ejercicio sea de acercarnos nosotros, lectores, a ese otro universo que también es Ecuador.
Para eso, la autora —cronista y poeta— hace algo increíble. Ella está en el medio, como puente. Ella y su hija. Es la maternidad y el sueño de la maternidad lo que se convierte en un eje conductor.
Los sueños, un terreno de interpelación y premonición para los pueblos y nacionalidades amazónicas, están ahí como punto de encuentro entre Ruiz Agila y las mujeres de las que ha escrito en medios independientes de fuera del país. «Caminar como mujeres amazónicas» recopila estos textos y agrega otros, a manera de puntos de contactos. Es como si el libro fuera un ser vivo, sin duda.
Contar la vida y la lucha
Es decir lo mismo, en realidad. Al hablar de ellas y de la vida, se está hablando de su lucha. De algo que viene de siempre, de antes, de una época de constante abandono. Hoy es distinto, es una etapa de exigir, de pedir reuniones con presidentes, de ir con pliego de peticiones que se deben cumplir. Quieren que se les respete el derecho a decidir sobre lo que sucede sobre la tierra en la que viven.
Quieren que no alteren documentos, que no se diga que ante derrames se ha limpiado todo, cuando ellas saben que no.
Que sus hijos, sobrinos, los hijos de otras madres, los hijos e hijas de la Amazonía, ya dejen de enfermarse de cosas terribles siendo pequeños. No quieren más muertos por cáncer o problemas estomacales que solo causan intenso dolor.
Son mujeres que no quieren más contaminación sobre ellas, debajo de sus pies, en el agua que toman y que usan para cocinar.
Catalina Chumbi está en la portada del libro, en el centro. Alicia Coawiya es protagonista de partes importantes aquí, que realmente conmueven. María Taant ya ha fallecido y Gabriela Ruiz Agila nos enternece hasta las células con la crónica de su muerte y su recuerdo. Mujeres de Sarayacu, de Pacayacu, mujeres Kichwas, Shuar, Achuar y Waorani. Mujeres que están en una guerra contra el extractivismo.
En la crónicas, Ruiz Agila mezcla con maestría los datos, la información sobre esa lucha con las descripciones de las acciones de las mujeres, así como con sus impresiones. Su carácter de poeta hace que su prosa periodística se embellezca con el uso de palabras precisas para elevar el relato. Todo en ese punto preciso en el que el sentido del sueño acerca, incluso a quien lee: «Una habilidad que debe desarrollar un soñador es desentrañar también los silencios y los relatos en los sueños de otros», escribe.
En la siguiente entrevista, la autora del libro habla sobre la publicación y tres de los temas que la integran.
Los sueños como eje
¿Qué es lo que sucede con los sueños en estas crónicas? Gabriela Ruiz Agila lo explica en el siguiente video, en el que cuenta por qué decidió incluirlo como eje y qué significó para ella hacerlo.
El compromiso detrás de hacer este libro
Hay una denuncia, desde luego, o al menos el ejercicio de poner en evidencia la justicia. Esa es una buena razón para un libro. Aquí, la autora desentraña más sobre este punto.
La poesía, el contacto y las mujeres
¿Por qué el tono en el libro? ¿Cuál es el espacio de la belleza y la poesía en estas historias de lucha? Hay uno, es verdad y Ruiz Agila lo tiene claro.
«Caminar como mujeres amazónicas», además de los textos de Ruiz Agila, tiene ilustraciones de Nicole Sánchez Bury y fotografías de Carolina Zambrano, Darwin Pizarro y Josué Araujo. El libro se ha presentado en centros de privación de libertad del país y en estos días se presentará en México, por invitación de la Universidad Autónoma Metropolitana.