Texto: Eduardo Varas C.
Son 10 películas, distintas entre ellas, algunas precisas en lo que buscan, otras que no son capaces de mantener su concepto —esto, de acuerdo a este humilde cinéfilo, desde luego—. Son las que están nominadas a las categoría más importante de los Premios Oscar, que se entregan el próximo domingo 27 de marzo. Y en esta nota se hace un repaso por los puntos altos y bajos de cada una de ellas; así como las posibilidades que tienen para llevarse el premio.
Es momento de cine.
«The Power of the dog», de Jane Campion
Una película puede contar una historia y mostrar todo, mientras lo oculta al mismo tiempo. Jane Campion toma la novela de Thomas Savage, hace un guion y dirige una película que funciona como un truco de magia. Nos distrae como espectadores, sí; pero consigue algo que pocos filmes hacen: dejar que lo que subyace se vuelva algo recurrente en nuestra cabeza, cuando se termina la función.
«The Power of the dog» es la historia de los hermanos Phil and George Burbank —Benedict Cumberbatch y Jesse Plemmons, respectivamente—, vaqueros con dinero, con una dinámica que cambia cuando George se casa con Rose Gordon —Kirsten Dunst— y aparece en escena el hijo de ella, Peter —Kodi Smit-McPhee—. Phil y Rose no se llevan bien, y en medio del «enfrentamiento» entre ambos, Phil decide acercarse a Peter como si se tratara de un pupilo.
El punto alto: Todo. Las actuaciones del elenco. El uso de las elipsis y las escenas en las que solo suceden cosas y nadie dice nada. Campion maneja muy bien el tiempo y las acciones pasan, no necesitan explicación. El final es conmovedor y efectivo.
El punto bajo: Absolutamente nada.
¿Tiene oportunidad? Sí, y mucha. Está nominada a 11 categorías —entre Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Actor de Reparto, tanto para Kodi-McPhee como para Plemmons, entre otras—. Y bueno, ha ganado los premios importantes en los Golden Globes y Campion se llevó a su casa los Bafta a mejor dirección y mejor película. Es decir, no sería una sorpresa que Jane Campion se gane otro Oscar, como en 1994, cuando se llevó el premio por Mejor Guion por «The Piano».
«Belfast», de Kenneth Branagh
Esta película es una labor de amor y se nota. Kenneth Branagh nació en Belfast y salió de Irlanda del Norte a los nueve años con su familia, cuando apenas estaba empezando el conflicto religioso / nacionalista que duraría 30 años. Y «Belfast» es la historia de Buddy y cómo ve la relación de sus padres y el conflicto a través de su perspectiva, traviesa, ingenua y divertida.
Branagh ha escrito y dirigido una maravilla que funciona porque todo está en su sitio, porque los personajes son verosímiles y adorables. Porque las mujeres en esta historia son de otro planeta —como Caítriona Balfe, quien hace de la madre de Buddy— y porque se aleja de la figura del macho agresivo con decisión y contundencia, gracias a un Jamie Dornan que brilla. Todo es diversión y tensión en «Belfast» y Branagh, sobre todo en los momentos de violencia que explota, es capaz de generar carcajadas.
El punto alto: Jude Hill como Buddy. Es él y ya.
El punto bajo: El uso de color al inicio y al final del filme, para mostrar a la Belfast actual. Es como si se buscara romper, adrede, todo lo conseguido. Es decir: una tontería de mi parte.
¿Tiene oportunidades? Al parecer no. Pese a las siete nominaciones que tiene le han permitido hacer historia a Branagh, quien se convierte en la primera persona en ser nominada en siete categorías distintas del premio. Judi Dench y Ciarán Hinds —que interpretan a los abuelos de Buddy– están nominados en las respectivas categorías de reparto. «Belfast» se debería contentar con eso.
https://www.youtube.com/watch?v=6_8DxIn11eo
«King Richard», de Reinaldo Marcus Green
Reinaldo Marcus Green ha tomado el guion de Zach Baylin y ha convertido lo que se podría definir como una típica biopic en algo que, extrañamente, funciona y muy bien. Esta es la historia de los años de aprendizaje de Venus y Serena Williams —Saniyya Sidney y Demi Singleton, respectivamente— antes de convertirse en las más grandes del tenis mundial. Y sí, se trata de superación, de salir de la pobreza y ya sabemos el final. Entonces, ¿cómo hacer que esto sea único?
El director hace una buena apuesta: Will Smith —ya acostumbrado a interpretar personajes basados en personas reales— hace de un Richard Williams, el padre de ambas, como un ser al que dan ganas de golpear y con el que, al mismo tiempo, se puede empatizar. No estamos ante un personaje que ejemplifique algo necesariamente agradable. Ese es el punto en el que la película triunfa. Ese héroe y primer entrenador de sus hijas es alguien que debe tratar de aprender algo.
Y cuando lo hace, por suerte, el director cambia de enfoque y de queda con Venus. Gracias.
El punto alto: Las secuencias de partidos de tenis. Recurriendo a dobles y a entrenamiento en las actrices, Green es capaz de regalar a unas Venus y Serena Williams adolescentes capaces de mostrar la magia de las verdaderas. Otro elemento: cómo se han fotografiado los partidos. El tenis nunca se ha elevado tanto en el cine.
El punto bajo: Will Smith lo hace tan bien que no podemos sino pensar en lo desesperante que es su personaje en varios momento. Esto, se vuelve insoportable en algunas escenas (pensándolo bien, eso no es un punto bajo).
¿Tiene oportunidades? No, a pesar de estar nominada en seis categorías. Reinaldo Marcus Green no está para mejor director, pero Smith y Aunjanue Ellis —quien hace de la madre de las Williams, Oracene Price—, sí. Es posible que en el apartado de Mejor Canción Original tenga un chance, gracias a Beyonce y su «Be Alive».
«Coda», de Sian Heder
¿Es posible que un remake tenga calidad? Sí. Sobre todo cuando las piezas calzan. Y por piezas me refiero al elenco. Sian Heder escribe y dirige esta nueva versión del filme francés «La Famille Bélier» y da en el clavo en esta historia sobre una chica adolescente, que es la única capaz de oír en su familia. Mamá, papá y hermano mayor son sordos. Y ella, Ruby —Emilia Jones, conocida por su rol de Kinsey Locke en la serie «Locke and Key», de Netflix— los ayuda en todo, en su trabajo como pescadores y en su vida diaria, como nexo con el mundo exterior.
¿Es un drama? En realidad es una comedia muy bien lograda. Con instantes muy divertidos y momentos emotivos que pueden hacer que se derramen lágrimas. La premisa es sencilla: Ruby quiere hacer su vida, irse a estudiar a Berklee y ser cantante.
Heder tiene en la reconocida Marlee Matlin —quien en 1987 ganó un premio Oscar como Mejor Actriz por el filme «Children of a Lesser God— a la madre. Ella consigue el efecto total junto a Troy Kotzur y Daniel Durant, quienes hacen del padre y del hermano mayor de Ruby. Los momentos en que los cuatro están en escena son perfección.
El punto alto: La escena en que Ruby, ensayando un número musical en su casa, descubre a sus padres teniendo sexo —ya que no escuchan, no supieron que alguien estaba ahí—. Es simplemente una de las escenas más graciosas del último año.
El punto bajo: Realmente no tiene. Es un filme bien logrado, con grandes momentos y detalles que la elevan.
¿Tiene oportunidades? Para nada. Está nominada a tres premios y sería hermoso ver que Kotzur subiera a recibir el premio en la categoría de Actor de Reparto. Su personaje es contenido y regala uno de los momentos más lindos del cine, cuando «escucha» a su hija cantar. Solo por ese momento de actuación debería ganar el premio. Pero es probable que no.
«Nightmare Alley», de Guillermo del Toro
La novela de William Lindsay Gresham es llevada nuevamente al cine —la primera versión es de 1947— por Guillermo del Toro, que hace de esta historia un filme noir con una gran dosis de thriller psicológico y un un gran desenlace. Sí, a muy poca gente le ha gustado cómo termina, pero ese cierre es el mejor que puede tener una historia así.
Bradley Cooper hace de Stan Carlisle, un tipo que en medio de su trabajo en una feria es capaz de quedarse con los secretos de profesión de sus compañeros, para iniciar una carrera exitosa como mentalista. Lo hace en compañía de Molly Cahill —Rooney Mara— con quien desarrolla un espectáculo que es requerido por un público de gran capacidad adquisitiva. Pero Stan quiere más y en ese camino conoce a Lilith Ritter —Cate Blanchett—, que lo hará entrar en un terreno de mucho dinero, pero peligroso.
Del Toro sabe lo que hace y es capaz de construir atmósferas precisas. Es como si tuviera la capacidad divina de crear universos en pantallas. Aquí lo logra, con la ingenuidad y crudeza tenebrosa de la vida en la feria; en contraposición con la opulencia y violencia del éxito.
El punto alto: Que del Todo se permite hacer una especie de largo prólogo que nos ayuda a entender la dimensión de la tragedia que se verá llegar. Bradley Cooper hace uno de los mejores roles de su carrera.
El punto bajo: Su duración.
¿Tiene oportunidades? Imposible que gane como Mejor Película, pero es probable que en categorías como Mejor Diseño de Producción y Mejor Diseño de Vestuario, lo consiga. También está nominada a Mejor Cinematografía.
https://www.youtube.com/watch?v=vhRNAUVIo5Q
«Don’t look up», de Adam McKay
Esto es una parodia, que en su momento de estreno —en Navidad de 2021, por Netflix— causó sensación por, literalmente, burlarse de todo. Con el tiempo, la burla pudo haber perdido impacto: un asteroide está a punto de caer en la Tierra y es capaz de acabar con todo. Un grupo de científicos —Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence— lucha con autoridades estúpidas y un sistema mediático mundial para detener la amenaza.
Hay momentos graciosos, desde luego. Pero en términos prácticos, lo de McKay se agota porque la metáfora es muy obvia. Y todo lo demás que puede existir detrás de hacer un filme —fotografía, edición, sonido, etc.— está al servicio de una comedia que visualmente retrata el absurdo.
Pero, pero pero… se llega al desenlace y todo lo que sucede es cine en su máxima expresión. Montaje alterno, grandes escenas y una actuación precisa para un momento de absoluta desolación.
El punto alto: El final. Say no more.
El punto bajo: Todo lo que sucede antes. Bueno, eso es exagerado. Sí hay cosas interesantes que funcionan, pero no son muchas.
¿Tiene posibilidades? Ni remotamente. Está nominada a cuatro premios, entre ellos el de Mejor película y Guion Original. De ahí en Edición y en Música original. Ese sería el máximo triunfo al que podría aspirar.
«Dune», de Denis Villeneuve
Bueno, la película que todo el mundo fanático de la ciencia ficción y de la saga de Frank Herbert estaba esperando. Y que llegó a salas y al servicio de HBO Max casi al mismo tiempo. Está nominada en 10 categorías, la mayoría en el apartado técnico y de vestuario. No es que «Dune» no deba estar participando a Mejor Película y que su producción no sea definición de lo que hacer cine significa, en su carácter épico, capaz de generar mundos de fantasía. Pero supongo que no todo pasa de ahí.
«Dune» es grande y eso es suficiente.
El punto alto: La secuencia en la que la Casa Atreides es atacada por la casa Harkonnen y las fuerzas del emperador Sardaukar.
El punto bajo: La actuación de Timothée Chalamet y el hecho de que estamos ante una primera parte, algo que no se supo hasta ver la película.
¿Tiene posibilidades? En lo técnico, todas. De ahí, no. A nivel de guion, la adaptación no es del todo poderosa, pero resulta funcional para esta parte del trayecto de Paul Atreides.
«West Side Story», de Steven Spielberg
Un remake, en realidad. Se lo anuncia como una nueva aproximación al musical ideado por Jerome Robbins, con música de Leonard Bernstein, letras de Stephen Sondheim y dramaturgia de Arthur Laurents. Pero la película de 1961, de Robert Wise, termina siendo un mapa impresionante para Spielberg. Con 75 años, el gran director sabe lo que hace y hace lo que quiera.
Y si bien hay muchos momentos que hacen eco al filme de Wise —en el que en un entramado Romeo y Julieta, el amor entre dos jóvenes, en bandos distintos, va a generar una tragedia—, Spielberg saca todo su arsenal de dirección y hace algo que emociona, un musical que tiene lo suyo y que encanta. El subtexto social está mucho más presente ahora que antes y, quizás por la época, la tensión es mayor.
¿Es la mejor película de Spielberg? Para nada, pero incluso el Spielberg más insulso es un gran Spielberg.
El punto alto: La escena de la pelea en el depósito de sal. Ahí está la película.
El punto bajo: El orden de las canciones. Spielberg comete un error al colocar, luego de la gran escena del depósito de sal, un número anodino. Es decir, tiene sentido en papel, pero en la práctica eso trastoca lo trágico que ya está construido.
«Licorice Pizza», de Paul Thomas Anderson
Paul Thomas Anderson también mira hacia atrás, hacia su pasado como adolescente en California, metido en el mundo del espectáculo. Y bueno, «Licorice Pizza» se convierte en la revelación del cariño por esa época. Pero, a diferencia de lo que hace Kenneth Branagh en «Belfast», ese mundo que retrata Anderson no es agradable. La película del inglés es una carta de amor, mientras que lo del estadounidense es una visita al psicoanalista.
Estructurado como viñetas, que van marcando el paso lineal del tiempo, este filme se centra en Alana —Alana Haim, del grupo Haim, realmente un aire de novedad en el cine— y en Gary —Cooper Hoffman, hijo del gran Philip Seymour Hoffman—. En cómo entran en contacto y cómo van generando una relación entre ellos, a pesar de las ideas y vueltas, de la industria del espectáculo y de la diferencia de edad.
Paul Thomas Anderson escribió, dirigió y fue uno de los operadores de la cámara de esta película, que se siente pequeña. Como hechas por amigos. Está toda la familia del director —su esposa, la genial Maya Rudolph y sus cuatro hijos—, amigos de siglos —Hoffman es casi un sobrino de Anderson y toda la familia Haim aparece, gracias a la cercanía de años entre PTA y ellos— y esa sensación de cercanía.
Un humor extraño —el tipo que dizque habla japonés con su esposa japonesa, y que habla en inglés pero con un acento como si fuera un asiático que no lo supiera hablar— se da vueltas por el filme que, quizás por un descuido, termina con un plano de más. «Licorice Pizza» no intenta ser perfecta porque nadie que aparezca en escena es perfecto. Excepto Alana Haim, que lo hace de una manera increíble.
¿El punto alto? Las dos secuencias con Bradley Cooper haciendo del productor de Hollywood Jon Peters. Y en una de ellas, Alana Haim manejando realmente un camión, sin salirse de personaje.
¿El punto bajo? Su duración y toda la secuencia con Sean Penn y Tom Waits, un desperdicio total.
¿Tiene posibilidades? Sí, porque en las tres categorías en las que está nominada —Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original—, no hay mucho que hacer. PTA se puede estar llevando un Premio Oscar.
«Drive my car», de Ryusuke Hamaguchi
No por estar al final de este repaso, «Drive my car» sea una película menor. En realidad es todo lo contrario. Lo que hace Hamaguchi es tomar de base tres relatos de Haruki Murakami y crear algo que va de a poco, con un ritmo muy particular —demasiado particular— con una sola misión encima: que como espectadores nos sintamos muy cerca a lo que sucede con los personajes del filme.
Porque hay una tragedia que se va gestando de a poco. Yūsuke Kafuku es actor y director de teatro y debe presentar en Hiroshima una versión de «Tío Vania», de Chéjov. Llegar allá significó algo duro y la experiencia le será un cambio en su vida.
Es poco a poco. El prólogo de la historia toma casi 40 minutos, por ejemplo. De ahí, en ese momento, aparecen los créditos. Sabemos que lo que sigue tendrá su propia cadencia. Ryusuke Hamaguchi ha hecho algo hermoso y discreto. No se sienten que son casi tres horas de película. «Drive my car» es el triunfo de la calma y del dolor.
¿El punto alto? Cómo se va generando la relación entre Kafuku y su chofer, Misaki Watari, y ese carácter cercano y firme que entre los dos se genera. Dispuestos a suplir esas ausencias de personas queridas en sus vidas.
¿El punto bajo? Podría ser la duración, pero la verdad es que no incomoda. Solo hay que separar tres horas para verla, eso sí.
¿Tiene posibilidades? Hay que ponerlo de esta forma: «Drive my car» está nominada en cuatro categorías —Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Adaptado y Mejor Película Internacional—, pero la que más resuena es la de película extranjera. Lo más común es que un filme en habla no inglesa, que nominado al premio mayor de la noche, si está también en la categoría de película de otro país, pues se lleva esta última. Pero, quién sabe, a lo mejor sucede lo que pasó con «Parasite» en 2019 y sorprende.