Pangea como esa gran masa en la que todo empezó, en la que todo estaba contenido y desde la que se abrieron todos los continentes, los espacios, la tierra separada por el agua. En este poemario de Yuliana Ortiz Ruano, Pangea es una figura, una representación, la metáfora del territorio como Limones, en Esmeraldas, esa isla al norte del país que, como todo lo que sucede aquí, flota en el olvido.
Con Cuaderno del imposible retorno a Pangea (Libros del Cardo, 2021), la poeta decide armar un viaje, un recorrido dividido en cuatro partes, en el que lo realmente importante es asumir las cualidades de la experiencia. Porque ese “retorno imposible” no es que no se dé de acuerdo a la voz de los poemas, en realidad el viaje existe, pero es imposible porque no conduce a ningún lugar.
Todo es un círculo que tiene que romperse. Para salir de esa cadena de inicio y final, que es capaz de repetir la violencia del espacio, la transformación del cuerpo y el devenir animal de Deleuze.
Hasta que, en algún punto, la voz decide que es momento de cambiar el ciclo, de darse la vuelta.
Por eso, este poemario es el repaso por la fundación propia, por la génesis personal, por los dolores internos. Un tipo de mito en el que la voz se mueve hacia el sitio de nacimiento, recorre pasos, repite acciones, para volverlas épicas, despojarlas de lo humano, para someterse al reinicio, a esa reiteración.
Es una voz que desde que empieza sabe que esta vez no va a ser igual, todo gracias al lenguaje, a las palabras y letras: “Madre me ha enseñado que para caminar en círculos no hacen falta piernas sino dejar que la lengua construya su propio universo a través de las bocinas”.
Este traslado tiene que ser interrumpido para que exista la poesía. Por eso la apuesta de Ortiz Ruano es cruenta, corpórea, en búsqueda del malestar para llegar a lo que se quiere: “caerá la amnesia anhelada”.
Este olvido es necesario, como consecuencia de las etapas expuestas en el poemario: el viaje de retorno, el recuerdo del pasado y la pasión animal, la extrañeza del lugar y la caricia materna como nuevo punto de arranque. Porque ya no se puede más, hay que romper la imposibilidad. Hay conciencia de todo el camino:
«Hemos perdido la cuenta de las veces que hemos tenido que recoger
nuestros huesos en las aceras. Hemos perdido la cuenta de las veces
que nos hemos comido mutuamente.
Hemos digerido nuestras carnes
y armado un banquete caníbal bajo la cama:
Desde hace siglos
este animal a cuatro patas y cuerpo exquisito
acompaña mis días»
El poemario solidifica a una de las voces más importantes de la poesía ecuatoriana del momento. Y si bien existe en una versión chilena, la esperanza del lector es que llegue a darse una versión local. Porque más personas deben ser parte de esta experiencia. Leer es establecer las coordenadas de un viaje. Leer poesía es el viaje.
«Cuaderno del imposible retorno a Pangea»
Yuliana Ortiz Ruano
Ediciones Libros del Cardo, Chile
80 páginas